28 de junio de 2014. La Seleçao parece lanzada a por el título en casa pero se estampa en octavos contra el muro de Chile y casi ocurre lo peor. Hay penales y el capitán, Thiago Silva, se desploma en llanto. Pide no lanzar. También el portero Julio César tiene que ser consolado antes de ir hacia el arco, aunque Brasil se salva.

Muchos vieron en aquel descontrol emocional la semilla del desastre que llegaría diez días después en el mismo estadio Mineirao con la goleada ante Alemania (7-1), y contra cuyas sombras Tite pasó dos años luchando. Pero las lágrimas desesperadas de Neymar tras el partido contra Costa Rica (2-0) las trajeron de vuelta.
¿Está preparada esta Seleçao, con seis supervivientes de la debacle, para mirar a la cara a sus fantasmas?

Una de las primeras personas que fueron a consolar a 'Ney' fue su amigo Thiago Silva. Él sabe bien lo que es tener una crisis de pánico ante millones de personas. Y volver. Después del destierro al que le sometió Dunga, Tite sorprendió abriendo de nuevo las puertas de la Seleçao a quien los brasileños identifican como uno de los mayores símbolos del 7-1.

El central captó el mensaje y regresó con perfil bajo hasta que acabó ganándole la titularidad a Marquinhos. Precisamente el viernes volvía a ser capitán en un partido de un Mundial, y no dudó en qué consejo darle a su compañero: "Llora".

"Creo que tiene que desahogarse, se sacó un gran peso de encima. Para él el tercer partido va a ser más tranquilo. [Llorar] sienta bien, le dije: 'llora lo que quieras, solo tú sabes lo que pasaste para estar aquí en esta Copa", contó después.